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Capítulo 18: Sexo telefónico
Mamen me ha dicho que me quede en casa porque va a llamarme esta noche y necesita que esté conectada a la red wifi de mi casa para que la señal sea buena. Como no sé muy bien qué consideran noche los ingleses, llevo en mi habitación desde las 5.
Al menos, me está cundiendo con el estudio. Para matar la espera, hago esquemas, mapas mentales, subrayo, releo apuntes… Hasta mi madre ha entrado en mi habitación con un tazón de colacao y un par de cruasanes para que comiera algo.
Son las diez y cuarto un poco pasadas cuando por fin llama Mamen.
-¡Hola, cielo!
Tiemblo al oír su voz.
-Hola, ¿qué tal? -le digo tímidamente.
La escucho tan nítidamente que parece que la tengo al lado.
-Bien, bueno, con mucho curro, ya lo sabes. Y el tiempo aquí es una mierda, pero bien.
-Me alegro.
Durante varios segundos hay un silencio total al otro lado de la línea.
-¿Mamen?
-Sí, estoy aquí.
-Ah, pensaba que se había cortado.
-No, no. Es que me he quedado callada.
Espera unos segundos más para volver a hablarme.
-Nico… -comienza. Noto la duda en su voz. -Tengo una mala y una buena noticia.
-Dime la mala primero -le pido. Sea lo que sea, lo quiero rápido y del tirón, como el despegue de la cera en las ingles antes de la temporada de piscina.
-La formación se alarga un par de semanas más.
Auch. La cera me ha hecho las ingles brasileñas hasta el ano sin esperármelo.
-Joder, Mamen… Vaya mierda. Te echo de menos.
-Ya, Nico, yo también. Me lo han dicho esta mañana.
Me quedo en silencio y olvido que había una buena noticia. Nada de lo que me diga Mamen podrá levantar mi ánimo en estos momentos.
-La buena noticia es que te he comprado un par de billetes para que vengas el próximo fin de semana.
Salvo eso, claro.
-Perdona si me he tomado demasiadas licencias con esto, pero tengo muchas ganas de verte.
-No, si está muy bien. Sólo que…
-¿Qué ocurre? ¿No quieres venir?
-Sí quiero. Es sólo que a ver cómo se lo vendo a mi madre.
-Dile que te vas a Londres a visitar a una amiga de Erasmus. Londres está aquí al lado y es visita obligada para una persona joven.
-Ya, ya… Bueno, ya veré. ¿Qué me cuentas?
-¿Que qué me cuento? -Mamen puso una voz sensual a continuación: -Te voy a contar un cuento.
-¿Un cuento?
-Sí, calla y escucha.
-A la orden.
Mamen se toma su tiempo antes de comenzar.
-¿Estás en la cama?
-No. Estaba estudiando en mi mesa.
-Pues ve a la cama. Es un cuento para dormir.
Le obedezco, como siempre. Me pongo el pijama y me meto en la cama en tiempo record.
-Ya.
Oigo a Mamen respirar al otro lado. Creo que ella también está tumbada en la cama.
-Había una vez una princesa muy mona que se llamaba Nico. Una noche, la hermosa Nico, ansiosa de aventuras, fue a un cantina llena de otras mujeres. Nico se acercó a una mujer porque pensaba que era otra persona. Cuando la chica se giró, Nico descubrió con gran decepción que no era lo que andaba buscando, pero la no menos hermosa Mamen, que así es como se llamaba la joven a la que acababa de conocer, vio en Nico la dulzura y fragilidad que a ella le faltaban. Seguro que era su complemento ideal así que no quiso dejarla marchar. Mamen le agarró por la cintura y la subió a su caballo. La princesa Nico estaba a punto de vivir la más bella de las aventuras. La aventura del amor.
-Mamen… ¿tienes todo esto escrito y lo estás leyendo?
-No, estoy improvisando. Continúo. Cabalgaron hasta la humilde choza de Mamen. Mamen estaba un poco avergonzada porque conocía la procedencia Real de Nico, pero Nico parecía que sólo tenía ojos para ella e ignoraba la mugre que pudiera rodearles. Mamen comenzó a besar a Nico como una princesa se merece: dulce, suavemente. Nico se dejaba hacer y apenas se atrevía a mover los labios y la lengua, temerosa de que se notara su inexperiencia.
-Qué perra eres, Mamen.
-Calla, que estoy inspirada -dijo para luego continuar: -Mamen comenzó a quitarle la ropa a Nico. Como aquellos eran tiempos de pudor, las mujeres llevaban capas y capas que había que ir levantando hasta llegar a su corazoncito, más conocido como coño. Ya desnudas y sudadas por el esfuerzo propio de desnudarse, Nico y Mamen se fundieron en un abrazo húmedo que comenzaba en sus lenguas y acababa en sus piernas entrelazadas.
-Me estoy calentando, Mamen.
-Bien, ese es el propósito. Quiero que te toques. Quiero follarte por teléfono.
Meto la mano bajo el pantalón del pijama y la poso en mi vello púbico.
-Sigo. Mamen quiere besarle entera, quemar con sus labios cada milímetro de esa piel blanca para que nadie más la bese. La Atila besucona, le llaman.
Introduzco el dedo corazón entre los labios y lo dejo resbalar por la húmeda oquedad de mi entrepierna.
-El pájaro está en el nido -le digo.
-¿El qué? -responde Mamen sin haber pillado mi metáfora.
-Que me he metido el dedo ya.
-¿Está húmedo ahí abajo?
-Mucho.
-Excelente -dice imitando al malo de la película. -El recorrido de los labios de Mamen le lleva a los de Nico, pero no los de la boca, sino los que se esconden entre sus muslos. Mamen los besó con delicadeza primero y con pasión después. Donde no llegaban sus labios, lo hacía la lengua, hasta que se metió profundamente en la cueva de la virginal Nico que a todo esto, gemía como ahora.
Efectivamente, llevo un rato gimiendo en voz baja, tocándome, imaginando que mis dedos son la lengua de Mamen, imaginándome cómo sería tenerla ahora mismo con su cabeza entre mis piernas.
-Sigue… -le ruego con la voz ahogada.
-Mi lengua encuentra el tesoro de la princesa, ese que tantos príncipes han ansiado atrapar pero que la joven Nico ha guardado a buen recaudo para mi. Lo lamo con la lengua ancha y luego lo piqueteo con la lengua rígida y estrecha, hago círculos a su alrededor y noto cómo cada vez se hace más gordo. Mi saliva se mezcla con tu humedad y chorrea por mi barbilla…
Cuando estoy a punto de llegar, mi madre entra en mi habitación sin previo aviso pillándome con las manos en la masa.
-Nico, ¿estás en la cama ya…? ¿Qué haces? -me pregunta con la mandíbula desencajada cuando comprende la situación.
-Joder, mamá. Llama a la puta puerta.
-¡Oye! A mi no me hables así.
-¡Que te largues! -le grito fuera de control.
Tardo un minuto en volver en mi y oigo una voz a lo lejos que me llama.
-Joder, Nico, ¿todo bien? -me pregunta Mamen al otro lado.
-No, Mamen… Ahora, a ver cómo le digo a mi madre lo de Londres.
Madres…
Leeremos más sobre Angustias en el próximo capítulo.
Gracias por leer y comentar 😉
Marge… creo que odio a la madre de nico.
El sentido arácnido-materno que no falla. Ay. -.-
Jajaja cielos, hasta a mi me ha cortado la inspiración la madre de Nico, joder!
Jajajaja. Ahora ya… No obstante, las madres tienen ese superpoder de entrar en el momento más inoportuno…
Venga, va… un regalito para Nico: http://on.trulia.com/1O9FBPo