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Capítulo 11: Comienza el partido
Llevo toda la semana mensajeándome con Mamen. Por el día los mensajes aparecen como por goteo, en sus escasos ratos libres que le deja el curro. Por las noches, la cosa cambia. El tono es más íntimo, más tierno y dulce y hace que me vaya a la cama con una sonrisa en los labios.
El jueves la sonrisa es más grande porque quiere quedar conmigo el fin de semana.
-Oye, un par de amigas juegan al fútbol el sábado por la tarde. ¿Te apetece venir a verlas? Luego nos iremos a tomar unas cañas.
Desde luego, ir a ver un partido de fútbol no es mi ideal de cita pero estaré con Mamen que es lo más importante.
El sábado voy a casa de Mamen pero esta vez no subo. Le espero abajo y me siento un poco decepcionada cuando no me besa al verme.
Vamos al partido en metro. Insiste en hablarme muy de cerca aunque no hay mucha gente en el vagón y la escucho perfectamente. Supongo que es el mismo truco de la discoteca, cuando insistía en hablarme al oído.
-¿Qué tal ha ido tu semana? -me pregunta.
Resoplo.
-Empezó bien -le sonrío recordando nuestra primera vez. -Muy bien. Y, bueno, el resto ha sido facultad y casa. No hay mucha historia -le respondo. -¿Y la tuya? ¿Qué es eso que te tiene tan agobiada en el curro?
-¿Cómo que ya está? ¿Y esas noches de insomnio recordando mis caricias?
Me pongo roja. Una cosa es decirle estas cosas por el móvil y otra hablar de ello en persona.
Mamen sonríe y me da una tregua.
-Mi semana ha sido chunga. Hay un ascenso en juego. Yo soy una de las aspirantes y la cosa está entre tensa y muy tensa con el resto de compañeros. Todos estamos dando el 200%, echando horas, que además tienen que ser productivas. Esta semana he dormido muy poco.
-Vaya… -me preocupo. -¿Y cuándo se sabrá quién asciende?
-Pfff, cuando le de la gana a mi jefe. A veces creo que se está flipando, que nos está vacilando, que quiere saber hasta qué punto somos capaces de vendernos, pero sé que es real, que está ahí y que puedo tocarlo. Más pasta, más libertad, más responsabilidad también, pero, si lo consigo, podré decir adiós a la gente de mi oficina y a mi jefe, que estoy hasta las narices de ellos.
-Ah, pero… ¿implica un traslado de oficina?
Mamen responde que sí con la cabeza de manera distraída. Hemos llegado a la estación.
-Vamos -me dice mientras me agarra la mano y tira de ella para salir del tren.
Tengo poca idea de fútbol, la verdad. Sé que hay defensas, centrocampistas, porteros y delanteros y que estos se llevan la fama porque son los que marcan los goles. Pero no sé qué es un fuera de juego ni para qué sirven tantas líneas en el campo. Y, por supuesto, de estrategia cero. Y aquí me encuentro, rodeada de chicas que no paran de gritarle al árbitro pidiendo tarjetas o sugerirle al entrenador que meta a un mediocentro más para apuntalar la posesión del balón.
Yo me fijo en Mamen, en cómo mira concentrada el partido mientras lo comenta con sus amigas.
-Oye, Nico, no te había visto por la zona, ¿por dónde sueles salir? -me pregunta Ana, una de sus amigas.
Estoy por preguntar de qué zona habla pero me muerdo la lengua cuando caigo en que habla de la zona gay.
-No -responde Mamen por mi. -Nico acaba de salir del cascarón -dice acariciándome el pelo y sonriéndome dulcemente. Es oficial: se me humedece la entrepierna cada vez que me sonríe así.
-Ah, pues luego te enseñamos todo lo que necesitas saber -dice Laura, la otra amiga.
-Sí, Laura te pasará un dossier con las chicas más populares de Chueca. No es broma: tiene uno -dice Ana.
Yo me río sin saber muy bien si me está vacilando o no, pero Laura asiente orgullosa.
-Por ejemplo -dice Laura -esa chica que está en el banquillo, la rubia de pelo corto.
-¿La que lleva los cordones de las botas sin atar?
-La misma. Bien lejos. Se llama Carolina y es una zorra.
Le miro sorprendida.
-Sí, se ha cepillado a medio Chueca -apunta.
-Su especialidad son las recién llegadas que no conocen su fama y algunas veteranas que creen que le pueden cambiar -añade Ana señalando de manera silenciosa a Mamen.
Mamen se vuelve y le regaña por lo bajo.
-¿Es tu ex? -le pregunto como una gilipollas.
-A ver, ex ex no… -se defiende. -Pero sí nos hemos liado un par de veces o tres -acaba sincerándose.
Intento no mostrar decepción pero lo debo hacer muy mal porque Mamen me consuela.
-Nico, no fue nada.
-olvídalo, he sido un poco tonta -le digo.
-¿Por qué dices eso?
-Es ingenuo pensar que no tienes un pasado. No puedo molestarme por eso.
Mamen sonríe de nuevo. Otra vez humedad vaginal. Me coge de la barbilla y me besa por primera vez en toda la tarde. El Mar Rojo entre mis piernas.
-Mira, va a salir Carolina -señala Ana. -¿Oye, Laura, cómo llevas que comparta vestuario y duchas con tu novia?
-¿Cuándo vas a dejar de hacerme la misma pregunta siempre?
-¿Quién es tu novia, Laura? -le pregunto ahora que empiezo a tener confianza con ellas.
-La 8. Se llama Ali.
A Laura se le cambia la cara cuando desde la banda llaman a su novia para hacer el cambio. Carolina sale sin chocar las manos con su compañera y sin apenas cruzar la mirada.
-Zorra -dice Laura.
Ana se lleva el índice a la boca para sugerirme que no mencione nada de esto nunca más.
El primer balón que toca Carolina le viene de un rebote en el centro del campo. Lo baja delicadamente con el pie y sale con velocidad hacia la portería contraria. Para ser tan alta es bastante habilidosa. Le acompañan un par de compañeras pero prefiere jugársela sola y empieza a regatear a toda aquella que se le cruza por delante. Sus compañeras ya no le siguen y ella termina regateando a la portera y marcando gol. Es el tanto de la victoria pero no lo celebra. La gente a nuestro alrededor está de pie aplaudiendo a Carolina y nosotras nos miramos con cara de circunstancias.
Miro al banquillo. La novia de Laura tira una botella de agua al suelo y se marcha al vestuario.
Esperamos a la salida a que salga Ali y las otras chicas, pero la primera en salir es Carolina. Tiene el gesto duro y la mirada afilada y azul. Es alta y delgada. Pasa a nuestro lado pero sólo me mira a mi. Mamen me echa un brazo por encima y Carolina sonríe con una mezcla de malicia y un no-sé-qué que no sé identificar.
Va directa al grupo de amigos que le esperan unos metros detrás de nosotras. Unos hooligans que no han parado de gritar durante todo el partido que saliera a jugar Carolina y que ahora le ovacionan y le abrazan.
Cuando sale Ali no trae cara de buenos amigos. Yo observo desde la distancia física y emocional de aquella escena. Besa a Laura y se abrazan. Su novia le dice algo al oído pero Ali mira a Carolina por encima del hombro de Laura. Veo odio en esos ojos.
-Chicas, si no os importa, nos vamos a casa -dice Laura.
Todas asentimos comprendiendo la situación.
-Sí… Nosotras también nos vamos a casa -oigo que dice Mamen.
A mi se me debe iluminar la cara porque Ana se ríe y nos da permiso.
-Pues nada, nos iremos nosotras a celebrarlo -dice Ana.
Yo sigo con el Mar Rojo entre las piernas desde el beso de Mamen y sólo espero que venga Moisés, a.k.a. los dedos de Mamen, a separa las aguas.
Hola, Anónimo,
Lo primero, gracias por comentar. Me gusta conocer todas las opiniones 🙂
Obviamente, no considero que deán paja. El proceso Nico para aceptarse es largo. No es de un día para otro. Además, voy introduciendo semillitas que brotarán más tarde.
Me gustaría saber qué te gustaría leer. Ya te adelanto que mañana volverá a haber una escena de sexo, pero no todo va a ser ñaka-ñaka 😉
¡Un saludo y espero que sigas leyendo!
Hola.
Me estaba gustando mucho la historia pero pienso que estos dos últimos capítulos son paja. Y decepciona un poco esperar una semana para leer algo que te deja igual. Espero que no te ofendas. Ánimo!
¡Hola!
Sí, es un tema interesante… Quiero contar más historias, más allá de la de Nico y Mamen (que no voy a dejar de lado). Me lo pedía el cuerpo 😀
Gracias por leer 🙂
Indagando en nuevos mundos, que bueno que se anime a más! Excelente capítulo!!!
Aunque un par de lineas más no hubieran estado mal!!! 😉
Tardaba en salir el tema del fútbol femenino y los líos de vestuarios XDDD 🙂