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Capítulo 16: Tú a Londres y yo no
Raúl es mi mejor amigo. Siempre me lo ha contado todo: sus dudas, sus miedos, sus ilusiones… Hasta cosas que no necesitaba saber. Y sin embargo, yo no soy capaz de decirle que Mamen se fue de fiesta una vez me dejó en casa y no me atreví a preguntarle dónde había ido. No se lo cuento porque sé qué me va a decir: que si Mamen no es de fiar, que si a saber qué haría y con quién, que si yo me merezco alguien que me respete… Pero, ¿es faltar al respeto que ella siga de fiesta si yo ya le dije que no me apetecía? Si opino que sí, ¿me convierte eso en una novia posesiva? No quiero ser eso y tampoco me paro mucho a pensarlo. Y como no quiero pensarlo, dejo que Raúl hable y hable de sus noches de fin de semana, sus tardes de gimnasio y su extraña manera de “purificarse” en las saunas de Chueca.
-Algún día, nos darás un disgusto, Raúl. Ten cabeza.
Raúl entorna los ojos. Ha escuchado esa frase miles de veces y no sólo saliendo de mi boca.
-Que controlo, tía.
-Algún día, nos darás un disgusto, Raúl. Ten cabeza.
Raúl entorna los ojos. Ha escuchado esa frase miles de veces y no sólo saliendo de mi boca.
-Que controlo, tía.
Le miro con tristeza. Aunque hayamos perdido esa conexión que teníamos, no quiero que le pase nada. Raúl me lee la mirada y suspira.
-Voy a ceder en una cosa: creo que debería dejar de zorrear. Necesito una pareja estable. Como tú y Mamen.
Le miro con desconfianza y me río. Esas palabras no han podido salir de Raúl.
-A ver, ya sé que lleváis apenas tres o cuatro meses, pero es lo que tenéis las lesbianas, que enseguida parece que llevéis años juntas. Seguro que se os ha sincronizado la regla.
-Pues no -le digo sin dejar de pensar en la noche del sábado.
-Fuera bromas. Os va bien. Bueno, por lo que me cuentas, porque no sé a qué esperas para presentármela…
-Ya, es que… -comienzo a disculparme cuando veo a Mamen tras la cristalera de la cafetería. Me quedo helada.
-¿Qué pasa? -dice Raúl girándose para tratar de localizar con la mirada qué es lo que me ha dejado petrificada.
Él ve a Vero hablando con una chica que parece preguntarle algo. Yo veo a Mamen preguntándole a un pibonazo si sabe dónde está su novia. Vero estira el cuello para localizarnos entre las mesas y finalmente nos señala. Mamen me encuentra y sonríe desde la distancia.
-¿Quién es? -pregunta Raúl conforme Mamen se acerca sorteando sillas.
-Es Mamen.
Mamen llega como un huracán sonriente que nos trae el último frío del invierno al que se le adivina ya el perfume de la primavera. Saluda y me da un beso en los labios. Me pongo roja y advierto las miradas de las personas de alrededor. Muchos de ellos apenas me conocen de vista por haber coincido en clase, pero ahora ya saben de qué palo voy. Incluida Vero que se acerca a nuestra mesa como quien no quiere la cosa.
-Veo que la has encontrado al final -le dice de pasada a Mamen que le devuelve la sonrisa.
-¿Qué haces aquí?
Raúl carraspea.
-Perdona, Mamen. Este es mi amigo Raúl -digo sin ganas.
-El famoso Raúl. Nico no para de nombrarte -dice Mamen dándole dos besos.
-Espero que para mal.
Raúl se da por satisfecho y se marcha.
-Os dejo, chicas, que no quiero interrumpir.
-¿Ocurre algo malo? -pregunto cuando estamos solas.
-No, qué va -responde Mamen sin mucha convicción.
Se sienta frente a mi donde antes estaba Raúl y me agarra las manos. De repente, se le ha fruncido el ceño.
-Sabes que en el curro hay un ascenso pendiente, ¿verdad?
-Sí, y que te lo vas a llevar tú de calle porque te partes los cuernos y echas más horas que nadie -le digo en un intento de animarla.
-Ya… El caso es que tengo que hacer una formación en Londres. Tendría que marcharme el miércoles.
-¿Pasado mañana?
-Sí, pero serán sólo un par de semanas. Apenas nos daremos cuenta -me dice. Ahora es ella la que trata de animarme.
En mi mente, mi loca base de datos hace tablas dinámicas y cruza referencias. Una pregunta aporrea las paredes de mi cráneo: ¿Tiene esto algo que ver con que te fueras de fiesta el sábado? Pero suena tan estúpida en mi mente que no quiero ni imaginarme lo vergonzante que será decirla en voz alta.
-Bueno, dos semanas no es mucho -digo finalmente. -Son sólo dos fines de semana. Tendrás datos de móvil allí, ¿no?
Mamen se ríe y me dice que sí.
-He pensado que podrías aprovechar y venir un finde. Estaremos de hotel así que no te hará falta alojamiento. Y así ves Londres. Y a mi, claro -me dice sonriente.
Abro los ojos de par en par.
-Imposible. Mi madre me saca los ojos antes que irme contigo a Londres. Además, pronto empezarán los exámenes y no quiero darle más argumentos para que me eche la bronca.
Se muestra decepcionada. Últimamente, me da la sensación de que no dejo de desilusionarle. De nuevo, en mi excel particular cruzo datos y pienso si no será por eso por lo que continuó de marcha en lugar de irse a casa.
-Lo siento.
Le acaricio el dorso de la mano con el pulgar.
-No, si lo entiendo. Es sólo que me hacía ilusión un viaje contigo.
-Pero si sabes perfectamente que no saldríamos del hotel -le digo tratando de sacarle una sonrisa. Y lo consigo.
-Así que este es tu hábitat -dice mirando alrededor. -Hay mucha gente.
-En la cafetería siempre. En las aulas ya es otra cosa.
-¿Me enseñas los baños? -me dice Mamen mirándome con picardía.
Tengo que darme un par de golpes en el pecho porque me ha dado un microinfarto. Cuando abro la boca para lanzarle la tercera negativa en menos de 48 horas, me frena.
-Tranquila. Estaba bromeando -ríe. -Esto es un templo del saber. No debería profanarse con sexo lésbico.
Las antenas de un par de universitarios les dan el aviso de que en nuestra mesa se habla de folleteo entre tías y nos miran con curiosidad.
-Bueno, cielo, tengo que irme.
-¿Sólo has venido para decirme esto?
-Sí. No quería decírtelo por el móvil.
-Te veré antes, ¿verdad?
-Sí, voy a estar un poco liada preparando el viaje pero te aviso y vienes. Prometo respetar los horarios de Angustias.
Se levanta y se pone de pie frente a mi.
-He venido para decirte lo de Londres y para darte esto.
Mamen me sujeta la barbilla con la mano y me da un beso en los labios que enseguida se vuelve húmedo. Oigo un par de silbidos y “uuuh” que hacen que quiera separarme de Mamen, pero ella, consciente, me sujeta la cara para alargar el beso.
Se marcha contoneando exageradamente las caderas, dejando volar su camisa de cuadros como la capa de una superheroína, y yo me quedo sentada y con las mejillas y la entrepierna en llamas.
>>Próximo capítulo: 7 de abril>>
Justo lo que le encanta a Nico…
Y así es como una pasa de ser conocida de vista a ser el centro de los comentarios XDD 😛