Capítulo 22: El vértigo

Estoy tan cansada después de recorrer todos los puntos rojos del mapa de Mamen que no me apetece otra cosa que no sea dormir.

Caigo agotada en el colchón y oigo el agua de la ducha correr.
-Tenemos una cosita pendiente, Nico -me dice Mamen.
Sí, para follar estoy ahora. Tengo ampollas en los pies y me palpitan los muslos.
Me reincorporo para hablarle a la cara y ser lo más dulce posible. Con el movimiento me baja la tensión y me mareo un poco. Debo haber palidecido porque Mamen parece preocupada.
-¿Estás bien?
-La verdad es que no tengo ganas de nada. Sólo quiero acostarme.
-Vale, cielo.
Ella se va a la ducha y yo me meto en la cama. Tardo dos segundos en quedarme dormida.
 
Por la mañana, la luz grisácea de Londres me molesta en los párpados. Parece temprano pero oigo a Mamen que habla con alguien por teléfono.
-Yeah, she goes back to Spain today. In the afternoon -me parece que dice. -I’ve got to leave you. Call you later. Bye.
La noto sentada a los pies de la cama. Posa su mano sobre mi tobillo.
-Nico, despierta.
Finjo que me despierto y protesto.
-Bajo a desayunar. Te espero en el bufé, ¿vale? -me dice tras darme un beso en la mejilla.
-Vale -le digo.
Apenas sale de la habitación, me levanto y busco su móvil, pero se lo ha bajado. ¿Con quién hablaría? ¿Habré entendido bien lo que decía?
Me meto a la ducha y empiezo a darle vueltas a todo: a la conversación, a las últimas horas con Mamen, el mapa diciéndome por dónde ir, la bulldog, los billetes de avión… Siento que soy un títere y Mamen mueve los hilos desde el primer día que me vio y me agarró de la cintura para que no me fuera. Aquel fue el primer nudo y desde entonces, todo ha ido enredándose más.
Me quedo ensimismada en el agua escurriéndose por el desagüe. Me gustaría que se tragara todos mis pensamientos.

A lo que bajo al bufé, Mamen ya ha terminado de desayunar.
-Vaya horas, cielo -me dice sonriente. -Están a punto de cerrar.
En un abrir y cerrar de ojos lleno una bandeja con zumo, café con leche y huevos revueltos con bacon, me siento frente a Mamen y engullo el desayuno ante su mirada atónita.
-Sí que tenías hambre.
Miro de reojo el mapa y Mamen me pilla.
-Hoy será menos paliza. Te lo prometo.
-Me apetece ir a la National Gallery -le digo.
-Pero no está en la ruta. Es verdad que es una visita obligada, pero no disponemos de tanto tiempo.
Le miro fijamente mientras me bebo el café.
-Seguro que eres capaz de hacer un hueco entre tanto punto azul.
Mamen me mira un poco ofuscada, pero acaba accediendo.
-Está bien, iremos -dice con una sonrisa de oreja a oreja mientras pliega el mapa.
 
Aunque la National Gallery tiene unos cuadros increíbles, yo quería ver uno en especial. “Lluvia, vapor y velocidad”, de Turner.
 
-¿Por qué te gusta tanto este cuadro? -pregunta Mamen que no disimula su aburrimiento.
-No sé mucho de arte. Lo di en el instituto y poco más, pero este cuadro siempre me llamó la atención.
-Es un tren sobre una vía, ¿no?
-Sí. Turner intenta captar algo que es muy fugaz. Lo más rápido de aquella época. Y en el proceso se mezcla como una nebulosa la lluvia y el vapor, haciendo que apenas se vea el tren.
-¿Es eso lo que representa? ¿La fugacidad del momento? -intenta interesarse Mamen.
-Yo creo que más que eso, representa el intento del hombre de captar un momento fugaz y superar ese vértigo de pensar que la vida se escapa. Es un intento casi infantil de atraparlo como si fuera un pajarillo, plasmarlo en un cuadro y colgarlo en la pared.
-Como un trofeo.
-Eso es.
Nos quedamos mirando el cuadro un rato hasta que Mamen rompe el hielo.
-¿Seguimos? -dice alargándome la mano.
-¿Ahora quieres que te de la mano?
-He pensado que Londres es muy grande como para encontrarme con alguien que conozco y que echo de menos el tacto de tu mano.
Sonrío como una tonta y continuamos el paseo de la mano hasta que nos topamos con otra pintura mucho más conocida.
-Esto sí que da vértigo -apunta Mamen.
-¿El Matrimonio Arnolfini? ¿Por qué?
-Porque me hace pensar en que están muertos, como nosotras lo estaremos en un tiempo. Ellos también fueron jóvenes, y se casaron, y pensaron que serían felices para siempre y que el mundo era suyo y que eran inmortales.
-Bueno, si pensaban que eran inmortales, no se hubieran hecho retratar.
-También me da vértigo la vida que llevaban. Se casaban muy jóvenes y toda la vida viendo las mismas caras, sin viajar, sin salir casi de su ciudad…
¿Es eso lo que piensa?
Mamen no ve mi cara de terror. Puede que la ignore deliberadamente. Camina por delante de mi interesándose por este o aquel cuadro. Al final del pasillo, me da un beso en los labios y damos por concluida la visita. Tengo que volver al hotel para hacer la maleta y subirme al avión de vuelta a España.
 
Aprovecho el wifi del hotel para mirar los mensajes. Mamen hace lo mismo.
-Ana me cuenta que se ha liado con Laura. Pobre. Le va a volver loca.
-A mi Raúl me dice que ha conocido a un chico. Que cree que puede sentar cabeza con él -le informo después de leer los mensajes de mi amigo.
-Pf… -es toda la respuesta de Mamen.
-¿Qué ocurre?
-Nada, nada…
-¿Qué? -me impaciento. Sé que tiene que ver con su opinión sobre el matrimonio Arnolfini. O el matrimonio en general. A ver, no es que esté pensando en casarme ya con ella, pero qué menos que un poco de interés por su parte. Es decir, estamos en una relación. ¿O no?
-Que no me has dado ni un beso ni nada. Ven aquí.
Mamen se abalanza sobre mi y empieza a besarme el cuello.
-Mamen, no tenemos tiempo.
-Uno rápido.
-¿Cómo era aquello que me dijiste? ¡Ah, sí! Que no conocemos tú y yo lo que es uno rápido.
-Pues ahora lo vamos a conocer.
Mamen pone una alarma en su móvil y empezamos a besarnos.
No sé si será por la presión del tiempo, porque resuena en mi cabeza las últimas conversaciones, incluida la suya por teléfono de esta mañana, o por la mezcla de frialdad y amor que ha mostrado Mamen durante todo este fin de semana, pero follamos mal y apenas disfrutamos. Corremos un tupido velo y no cruzamos más que tres o cuatro palabras en el taxi hacia el aeropuerto.
 
-Te echaré de menos -dice Mamen con tristeza.
-Te veo en nada, Mamen. No llores -respondo retirándole una lágrima que le cae por la mejilla.
-Nico…
Me da un vuelco al corazón al oír ese “Nico” porque no lo había oído nunca antes. No sé si es el que precede a un “te quiero” o a un “tenemos que hablar”.
-¿Qué?
Y me voy a quedar con las ganas de saberlo.
-Nada. Sube al avión, va.
-¿Qué, Mamen?
-Que nada. Que te voy a echar de menos -me dice y luego me besa para evitar que siga preguntando. Es un beso largo, muy suave. Como una pincelada, tratando de captar un momento fugaz para enmarcarlo y guardarlo para siempre.
 
Le digo adiós con la mano mientras me incorporo al resto de pasajeros y me parece leer en sus labios un “te quiero”, pero no estoy completamente segura.
Al subir al avión me seco la mejilla. La tengo húmeda pero no es por mi. Es por una lágrima de Mamen.
Mi cabeza parece una lavadora centrifugando. Se mezclan momentos del fin de semana: la llamada de teléfono, el beso y el adiós, la frialdad de Mamen, el calor de su cuerpo, el sabor de su sexo, el tema de pasear cogidas de la mano, ahora sí, ahora no, los putos puntos de colores en el mapa.
Concluyo que este finde Mamen ha sido como el perro del hortelano y decido no darle más vueltas hasta que regrese a España. Aun así, no puedo evitar que se me aplaste el estómago. Aunque quizá sea por el despegue del avión.
 
En Barajas me esperan mis padres. Mi madre me da un beso sonoro en la mejilla y mi padre se hace cargo de la maleta.
-¿Qué tal lo has pasado? ¿Qué tal Mamen? -pregunta mi madre obligada.
Con un “Bien” despacho las dos preguntas sin entrar en detalle.
-Londres es muy chulo -les digo. -Tengo un montón de fotos para enseñaros.

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6 comentarios

  1. Acabo de leer todos los capitulos esta muy bueno esto. Tener q esperar para saber q sucede sera una agonia espero Mamen sea buenita y no le rompa el ♡ a Nico

  2. Ay que no vaya a ser que Mamen le pone los cuernos, que ya imagino que eso es lo que piensa Nico T-T
    le daré crédito a Mamen, ella la quiere.

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