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Capítulo 29: Quizá
Mi madre se interpone entre la puerta y yo mientras me mira de arriba abajo.
-¿Pero otra vez vas a salir, hija?
-Ay, mamá, no empieces -le respondo cansada.
Intento esquivarla y ella tampoco me lo pone muy difícil. Cuando abro la puerta dice su última palabra.
-Que sepas que no me gusta nada lo que haces. Una cosa es que seas… -se le queda atrapada en el paladar la palabra L, -y otra que pienses que puedes hacer lo que te da la gana. Mientras sigas viviendo en esta casa…
Entorno los ojos al oír esa frase. Su casa, sus reglas. Nos sabemos el discurso de memoria.
-Vamos, mamá, pero si estoy trayendo buenas notas.
Mi madre refunfuña. Sabe que tengo razón, pero yo también sé que no puedo utilizar ese argumento para mi defensa. No es mi papel como estudiante lo que está en cuestión.
-Es la última, lo prometo.
Abro la puerta y me marcho.
Corte a exterior. Puerta de la discoteca. Noche.
Veo a las chicas hacer fila para entrar, como si fueran ganado para la marca. Mi piel ya nota que el calor del verano quiere rozarla pero la brisa fresca de las noches de primavera se resiste a marchar.
El puerta me mira, me saluda con la cabeza y me pide que vaya con un movimiento de la mano.
-Está en la barra -me dice.
Ya en el interior del bar, retraso al máximo el momento de ir hacia Carolina. Paseo entre la gente, palpo espaldas y cinturas con la excusa de las apreturas, reparto sonrisas y me fijo en algunas chicas que podrían estar bien.
Por fin, acudo a la barra donde Carolina me está esperando.
-¿Cómo lo vamos a hacer? -le pregunto.
Carolina está apoyada de espaldas a la barra, como si fuera un tipo duro en un saloon del Oeste.
-Lo más sencillo y objetivo es ver quién consigue más números de teléfono. Siempre dentro de este bar. Esta será la jueza -dice señalando con la cabeza a la camarera. La camarera me sonríe y me saluda como si me conociera. Ante mi gesto de desconcierto me dice:
-Soy Bea, compañera de piso de Sergio, el novio de tu amigo Raúl.
-Y ex compañera de Mamen -añade Carolina lanzándome una puyita.
Se me acaba de caer el estómago a los pies. Tengo ganas de preguntarle si sabe algo de ella, pero me siento estúpida porque fui yo la que le ignoré durante los primeros días de ruptura y ahora no me atrevo a escribirle.
-Oh, perdona, ¿te ha entrado el bajón? -dice Carolina sarcásticamente.
Me sube de nuevo el estómago y se me pone en el pecho, empujando el corazón a la garganta y sacando la rabia que llevo dentro.
-Para nada, zorra. Te voy a meter una paliza.
Carolina sonríe con media cara y Bea nos da el pistoletazo de salida.
Sé a qué tipo de chicas gusto. Es algo que he aprendido estos días. No es algo que sepa por su forma de vestir o de peinarse. Es más bien por su actitud. Así que me acerco a aquellas chicas que parecen divertirse con sus amigas, pero que se mueven y miran con timidez, pidiendo a gritos que alguien les entre de manera tranquila y sin avasallar.
Pronto me doy cuenta de que no va a ser tan sencillo. Cada vez que me acerco a una chica o me ignora o dice que no le intereso. Voy como una pelota de pinball de un grupo a otro y el resultado es el mismo: salgo rebotada con más fuerza que con la que llegué. Desesperada trato de localizar a Carolina que parece ocurrirle lo mismo que a mi.
-¿Es que no te das cuenta? -le pregunto.
-¿De qué?
-Saben nuestro juego y tienen la dignidad suficiente como para no entrar en él.
Estamos en el centro de la pista de baile y todas nos miran. Nos sentimos humilladas porque nos señalan y se ríen. El cazador cazado. La vaca que iba a ser marcada, nos ha marcado a nosotras. Heridas en el orgullo nos ponemos a discutir.
-¡Has reventado el mercado, eso es lo que ha pasado! Has entrado como un elefante en una cacharrería y se han mosqueado todas -me culpa Carolina.
-Llevas años tratándolas como pedazos de carne y ahora que te ha salido una competidora, ya no sabes cómo hacerlo.
Se nos escucha por encima de la música. Somos un espectáculo más atractivo para el público que las gogós que bailan sobre la tarima y las drag kings que animan el ambiente.
-¿Competidora? Tú no me llegas ni a la suela de los zapatos.
-Pregúntale a cualquiera de estas chicas si te llego o no. Les follo mejor que tú.
-¿Sabes a quién se lo voy a preguntar? A Mamen. A ver qué opina -grita Carolina.
Oigo el chup-chup de mi sangre hirviendo. Me duele la mandíbula de apretar los dientes y me clavo las uñas en la palma de mi mano de lo fuerte que estoy cerrando el puño. Sin pensarlo dos veces, le lanzo un puñetazo a la cara. Carolina no llega a caer al suelo porque un grupo de chicas ha frenado su caída. Le ha tenido que doler porque yo apenas puedo abrir la mano. Con el pómulo enrojecido, se abalanza sobre mí y me arrastra un par de metros hasta que mi espalda da contra la barra. Le cojo un mechón de pelo pero apenas me alcanzan los dedos porque lo tiene muy corto.
Oigo que Carolina me dice algo pero no le entiendo. Los oídos me palpitan y la gente no para de gritar.
El puerta entra y nos agarra por los brazos. Nos arrastra hacia la salida y nos deja tiradas en el suelo de la calle. Algunas personas salen par ver la pelea.
-Me has jodido la vida -le digo mientras tiro de ella y le araño la espalda y el brazo.
-Yo no tengo la culpa de lo de Mamen -responde Carolina mientras me golpea en los riñones.
Grito de dolor y me encorvo hacia atrás. Me llevo una mano a la espalda y con la otra golpeo el pecho de Carolina. Ella me ataca con todo el cuerpo y golpea de nuevo mi espalda. Acabamos abrazadas, forcejeando por zafarnos la una de la otra y jadeando. Nuestras caras quedan frente a frente. Veo que Carolina tiene los ojos más claros de lo que pensaba. Nos quedamos así unos segundos mientras recuperamos la respiración que se acompasa poco a poco. Tengo tan cerca a Carolina que noto los latidos de su corazón. Las dos pensamos al unísono: si no nos vamos a pelear, al menos, no nos vamos a ir a casa con las manos vacías. Casi con la misma virulencia con la que nos pegábamos, comenzamos a besarnos. Nos mordemos los labios, nos chupamos la cara y el cuello mientras nuestros cuerpos continúan ardiendo.
La gente que había salido para ver nuestra pelea nos silva y jalea pero no tarda en dispersarse.
Corte a interior. Habitación de Carolina. Noche.
A trompicones entramos en su habitación. Carolina me empotra contra la pared y comienza a meterme mano por debajo de la ropa. En seguida me desabrocha el sujetador y agarra mi pecho. Con la otra mano, me va bajando la cremallera del pantalón. Me la quito de encima, le agarro de los hombros y giro sobre sí misma. Ahora su espalda está apoyada contra la pared y soy yo la que ejerce el control. Carolina no usa sujetador así que le muerdo los pezones por encima de la camiseta. Le gusta, pero me empuja hacia la cama. Yo estoy sentada en el borde, y ella se pone a horcajadas sobre mi. Le cojo de la cintura y le tumbo en la cama. Ahora soy yo la que está a horcajadas sobre ella. Intenta incorporarse, le agarro las muñecas y le obligo a tumbarse. Le beso con fuerza y ella me abraza con sus brazos largos y fibrosos. En un movimiento rápido, me da la vuelta y me tumba en la cama. Pone su mano en mi pecho y empuja con fuerza hacia abajo. Intento moverme, pero me tiene atrapada.
-Si las dos queremos ser la activa, esto es un sindiós -dice Carolina.
Las dos nos reímos y ella se tumba por fin a mi lado.
-Mejor así. No quiero ser otra más de tu lista -bromeo.
Nos quedamos un rato tumbadas en silencio hasta que rompo el hielo.
-¿Vives sola? -le pregunto.
-No, con mis padres, pero están fuera este finde.
-Ya podrían irse los míos también.
Carolina se reincorpora y se sienta a los pies de la cama. Yo hago lo mismo y me siento frente a ella.
-Nico, yo no…
-Ya, tú no tienes la culpa de lo de Mamen -le interrumpo. -Lo sé perfectamente. Pero era más fácil odiarte a ti que a ella. Es difícil odiar a alguien que no tienes cerca.
Ella se inclina un poco y me pone una mano en el pie.
-Lo superarás, ya verás.
Pienso en la virgen de las Nieves y sonrío. Miro a Carolina con curiosidad.
-¿Qué hubo entre Mamen y tú?
Carolina se encoge de hombros.
-Nada especial. Nos enrollamos y ella quería cambiarme. Quería que fuera una chica formal, sólo para ella y eso. Fue hace un tiempo. Antes de que empezara siquiera a trabajar en esa empresa. Lo dejó conmigo, se centró en el curro y el resto ya te lo sabes.
-Sí, ya me lo sé -digo con tristeza.
-No te pierdes nada del otro mundo. De verdad. Tu chica está por llegar.
-¿Qué chica? -pregunto incrédula.
-Esa chica que te reviente el corazón, que te quite el aire de los pulmones y de un chispazo cada ver que te toque.
Abro los ojos sorprendida por las palabras de Carolina.
-¿Qué? Yo también la busco. Por eso zorreo tanto.
Niego con la cabeza y le miro a los ojos.
-Ahora sé lo que significa ser tú. Conozco ese vacío en el pecho, esas ganas locas de dormir más de dos noches seguidas con alguien a quien quieres.
De nuevo, Carolina se encoge de hombros.
-Relleno el vacío con más sexo y sigo adelante -responde sin confianza.
-Zorreando no vas a encontrar a la chica de tu vida.
-¿Y dónde la voy a encontrar, eh, Nico?
Medito unos segundos la respuesta, aprieto los labios y respondo.
-En el metro, por ejemplo.
Me mira como a un bicho raro, quizá un babuino de culo pelado, y le cuento mi historia con la chica del metro de la que me enamoré perdidamente sin haber cruzado una palabra con ella.
-Es bonito y triste a la vez -dice. -Quizá deberías seguir adelante y olvidarla.
-Quizá sea lo mejor.
Igual está atrapada en la línea circular del metro de Madrid, dando vueltas a la espera de que Nico la rescate :O
Paciencia, pequeño saltamontes 😉
Sí, puedes meter tu dirección de email en la caja donde lo pide en la columna de la derecha o bien hacer click en el símbolo naranja de RSS que está en la misma columna junto con los botones de redes sociales 🙂
*Sugerencia
He leído algunas blog novelas y fanfictions en las que tenía la opción de recibir Una notificación a mi mail cada vez que salía un capítulo nuevo. Me gustaría lo mismo con esta novela, así no me pierdo de nada
que vuelva la chica del metroooo. Porfa 🙁
Te lo iba a borrar pero temía que fuera un fallo de blogger que me aparecía duplicado pero en realidad no lo estaba y no lo borré 🙂
Por si no he sido tajante, encima te lo he puesto dos veces. xDDDD
Cualquiera te dice que no… 😛
Pues no. Me niego. La chica del metro está ahí, y su historia abierta. Nico tiene que cerrarla para avanzar. Jum.
Pues no. Me niego. La chica del metro está ahí, y su historia abierta. Nico tiene que cerrarla para avanzar. Jum.