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Aureliers de luto en 3… 2… 1…
Sigo con especial interés la trama de Celia y Aurora en Seis Hermanas. En España son legión las aureliers que, ya sea en directo o en diferivo, tuitean sobre la relación lésbica de esta novela de época.
Y la sigo con interés no tanto por el hecho de que sea una historia de amor entre mujeres sino por cómo está evolucionando su historia.
Me pongo en la piel del guionista (sí, ya sé que son un grupo de personas varias) y sudo tinta.
Como he dicho, las aureliers son legión y muy activas en redes sociales. Esto para la serie de TVE es un filón porque ve cómo su hashtag oficial #SeisHermanas como los episódicos que se sacan de la manga las aureliers son TT tarde sí y tarde también.
Y aquí está el dilema. Una relación lésbica en 1912, año en el que está ambientada la serie, es castigada con el escarnio público, la persecución y la cárcel (como poco). Para más inri, Aurora está embarazada de su marido, Clemente, que insiste en quererla pese a que ella ya le ha dicho que no le desea. El marido ignora lo estrecha que es la relación de amistad de su mujer con Celia.
Clemente se siente con derecho de llevarse a Aurora y su hijo de vuelta a Cáceres, pero las chicas no lo quieren consentir. Les falta el aire si les falta la otra.
Vamos, que los guionistas (y las chicas) tienen ante sí un marrón de los gordos. En otros tiempos, si se les hubiera ocurrido escribir una historia de amor lésbica, lo hubieran solucionado con la marcha de una de las dos (bien sea a otros lares o a otros mundos, vía muerte o suicidio) y dejarían que el otro personaje se hundiera en el más absoluto de los olvidos. La cortina de su casa tendría más protagonismo que ella misma.
Pero estamos en la España del siglo XXI, donde los escritores tratan (tratamos) de normalizar la homosexualidad y somos conscientes de las quejas de las lesbianas ante tanto asesinato random de personajes que las representan.
Así que intuyo que se están yendo por otro camino, muy parecido al que ya tomaran con Teresa y Ana en Amar en tiempos revueltos: hacer que el marido se convierta en una persona violenta e indeseable para –redoble de tambores– matarlo.
Bueno, no matarlo de manera voluntaria, eso convertiría a nuestras protagonistas en asesinas y eso no puede ser. Pero quizá se pase por ahí el mismo tranvía que se llevó a Petra…
Las chicas se preparan para el luto |
¿Qué opináis vosotras?