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Diario de una escritora de novela lésbica #27
Creo que aún no he dicho de qué estoy escribiendo. Tras varias novelas más complicadas de sacar (el juego de espionaje en «Una estrella danzante», donde Jana danza de un rol a otro, las medias verdades de Lorena en «Mi mentira más sincera» o la historia llena de personajes dispares de «La gran sonrisa») me apetecía escribir algo más ligero.
Y aquí estoy, escribiendo una romántica de enredos con cuatro mujeres en sus 40 que heteros no son.
¿Sabes esas historias de que a un personaje le gusta otro, pero no se lo dice y se pone a salir con otra y entonces parece que nace un interés aunque tampoco se lo dice y todo se complica mientras tú como lectora estás que rabias porque lo sabes todo y lo ves más sencillo de lo que los personajes lo están haciendo? Pues eso.
He querido que mis protagonistas ronden los 40 porque el contraste de ellas comportándose como chiquillas adolescentes es muy gracioso. Además, recalca esa homosexualidad tardía, ese tiempo perdido que quieres recuperar con tantas ganas que te hace comportarte como una cría de 15 años.
Cuente esto como marca de copyright, por si aparece una novela publicada antes que la mía, pero escrita después de esta entrada…
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