Diario de una escritora de novela lésbica #20

Cuando no sé dónde situar a mis protagonistas las pongo a comer.

Esto es así.

Llámame básica, llámalo marca personal.

Me gusta comer. A mis personajes también.

En mis novelas, mis personajes han comido bocadillos de lomo con pimientos chorreantes de grasa, migas con huevo frito, borrajas con patatas y pinchos de tortilla.

En «Mi mentira más sincera» hasta usé un elemento como una gofrera para unir a sus protagonista. ¿Sabíais que en una gofrera se pueden hacer más cosas además de gofres?

En «Si quiero (amor condicional)», Nico y Carla dan buena cuenta de la gastronomía alemana.

En «Sea», Mar se entera de un importante hecho que afecta a su interés romántico, Bego, viendo la tele en un restaurante de Ávila mientras se come un chuletón.

Mi familia habla sin parar mientras come. Seguro que la tuya también. Es muy español. Nos alimentamos, nos contamos historias (chismes, noticias, rumores), pequeñas novelitas de medio segundo que concentran pequeños o grandes aprendizajes.

Las historias alimentan el espíritu.

Y yo tengo a mis personajes bien alimentados.

[Palabras escritas hoy: 1018]


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