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Hace falta tener arte para salir del armario
El otro día pensé: Hace falta tener arte para salir del armario.
Luego lo elaboré un poco más: Hace falta tener unas cualidades específicas para salir del armario. Unas habilidades que no todo el mundo tiene. O, por lo menos, no todas las generaciones. Habilidades como asertividad para que no te calen las respuestas que recibas, valentía, por supuesto, confianza en una misma.
Y digo que no todas las generaciones porque ahora la juventud sí tiene más libertad para desarrollar esos valores, y el acompañamiento de personas adultas que han pasado lo suyo para hacerlo bien. Pero mi generación y generaciones anteriores a la mía no hemos tenido eso. Y por lo tanto, no hemos podido desarrollar estas habilidades.
Pensaba esto porque sigo en el armario en el trabajo. Y en parte es porque no tengo la fuerza de fingir que tengo esas habilidades.
Y cuando tengo la fuerza, lo que me entra es la mieperegüenza. Ya hablé de este término en mi blog haya por el 2019, os dejo enlace por si queréis ver desarrollada la idea, pero básicamente es la mezcla de miedo, pereza y vergüenza.
Me alegra pues que se vaya perdiendo esta mieperegüenza y vayan ganando las habilidades positivas que nos ayudan a conocernos y expresarnos mejor hacia el exterior. España es el segundo país del mundo con mayor porcentaje de población LGTBI+, un 14%, según un estudio (enlace a la noticia en Europa Press con la gestión fácil de las cookies aplicada y sin obligación de suscripción si no las aceptas porque os quiero).
Sigamos así 🙂
Una novela
Durante las navidades estuve enganchadísima a una novela victoriana de aventuras con protagonista lesbiana. Creo que poco más se puede decir. Se trata de «Una maldición entre nosotras», escrita por W. de la Torre, y, como digo, está ambientada en la moda victoriana por los tesoros egipcios.
En lo positivo: Está muy bien ambientada y documentada, y los personajes son una delicia. Me sorprendí varias veces pensando en ellos mientras trabajaba o hacía otras cosas.
En lo negativo, y por decir algo, el estilo a veces es un tanto engorroso, con demasiados gerundios y con encadenamiento de subordinadas. Pero pensé que quizá era una imitación del estilo de redacción victoriano (está escrito en primera persona por la protagonista) y tampoco es obstáculo para zambullirte de lleno en la historia.
Muy recomendable.
W. de la Torre, si eres una de las más de 500 suscritoras a esta newsletter, me gustaría conocerte 🙂